La caza del corzo



De pequeño tamaño, similar al de una oveja, y con coloración uniforme, que varía con la época del año, pasando de una coloración grisácea en invierno a un pelaje estival de tonalidad castaña. Cuenta con una cola muy corta, de apenas unos centímetros, que se pierde en el característico escudo anal de la especie, este en forma de corazón invertido y color blanco en invierno y más amarillento en verano. El bozal negro, que contrasta con el color blanco de la barbilla y labio superior, es otro rasgo muy marcado en la especie, que resulta inconfundible dentro de los cérvidos.
Al tener las cuartos traseros más largos y elevados que los delanteros, adopta un aspecto desproporcionado, viéndose  obligado a andar a pequeños saltitos, lo que le confieren además un aspecto grácil y simpático.
El corzo, que emite un sonido llamado “ladrido”, por su similitud al de los cánidos, se considera un animal predominantemente forestal, que sale a campo abierto en contadas ocasiones durante el final del invierno y la primavera para añadir algunas hierbas a su dieta, basada en el consumo de hojas de arbustos y árboles bajos, así como bayas y brotes tiernos. Sus hábitos son crepusculares, viéndosele rara vez durante el día, que suele pasar escondido entre la espesa vegetación..
El celo en el corzo es bastante irregular ya que sufre importantes variaciones de fecha. Hay años en los que esta especie acude inmediatamente al pitido realizado por el cazador. Cuando salen, lo hacen a última hora de la tarde o con la primera luz del día. En cuanto hay demasiada luz o aumentan las temperaturas inmediatamente buscan refugio.
Hay dos periodos hábiles para la caza del corzo en Aragón: en los machos, desde el tercer domingo de abril al primer domingo de noviembre, y en las hembras, del primer domingo de septiembre al primer domingo de noviembre.

El corzo es un animal tímido, cauteloso, extraordinariamente forestal, crepuscular y muy nocturno. El cazador utiliza dos técnicas: aprovecha la salida del animal a la siembra en zonas con mayor insolación, o hace uso del reclamo manual. Gracias a este segundo sistema se consigue que el ejemplar entre a tiro, aprovechando el celo. Para Fernando Tello, "el corzo es un gourmet de la naturaleza, porque se alimenta de brotes tiernos, trigo, cebada e incluso flores"
Hay dos sistemas para atraer al corzo con silbido: el butolo y los bucales. El primero de ellos tiene la forma de una pera de goma que al apretarse emite un grito similar al que realiza la hembra. Por su parte, el otro es más sencillo y eficaz. Se trata de un silbato con un tornillo que se modula para reproducir el grito de angustia de una cría o corcino. Con ello se consigue que acudan la madre y, en ocasiones, el macho.

FICHA TÉCNICA

LongevidadEn libertad puede alcanzar los catorce años de vida, aun cuando su vida media está en torno de los 8 o 9 años. La mortalidad es muy alta en el primer año de vida del animal. 

Celo: Tradicionalmente se ha considerado que “al volverse rojo y ha escodado el corzo entra en celo”, lo que equivale a decir que es en verano, época en la que adopta la coloración estival cuando entra en celo. En esta época del año se producen unos característicos círculos en la vegetación y en torno a árboles y arbustos llamados popularmente como “círculos de brujas” al correr los machos detrás de las hembras.  

Gestación: Después de la fecundación, el óvulo de la hembra permanece estacionario cerca de cuatro meses, es decir, hasta la mitad de diciembre, en cuyo momento empieza a desarrollarse con singular rapidez. Por lo tanto, la gestación tiene una duración total, en todas sus fases, de unas cuarenta semanas, aunque la verdadera gestación dura unos 130 días.

Parto: Cuatro o cinco días antes del parto la hembra se retira a un lugar aislado del bosque. Las jóvenes suelen dar a luz una sola cría en cada parto, y las de edad más avanzada, dos y a veces tres. La madre esconde a los recién nacidos durante el mayor tiempo posible y al menor peligro les advierte del mismo golpeando el suelo con una pata o emitiendo un silbido especial. Durante la primera semana de vida de los corcinos permanecen escondidos entre el matorral, si son gemelos, permanecerán separados unos 20 metros el uno del otro.

Duración de la lactanciaLas crías, llamadas corcinos, también recentales, nacen con un pelaje salpicado de manchas redondeadas, blancas y negras, que irán desapareciendo con la edad. Las crías son muy indefensas en esta época de su vida, pero son defendidas con virulencia por las hembras que pueden dar fuertes coces con sus patas delanteras. A los ocho días del parto, la hembra lleva ya a sus hijos a pastar y pasados diez o doce días más ya son lo bastante robustos para seguirla a todas partes y comiendo material vegetal a partir de los dos meses que alterna con la leche materna hasta la entrada del invierno.

Madurez sexualLas hembras son fértiles al primer año de vida y carecen de climaterio lo que significa que hasta que terminan sus días continúan pariendo. Ilustrativamente se ha dicho que las hembras de corzo “mueren  pariendo”.

Alimentación: El corzo es un herbívoro, muy exigente en cuanto a su alimentación,  condicionada  por el reducido volumen estomacal, lo que le obliga a modificar su comportamiento en dos aspectos: en primer lugar debe comer en breves intervalos, seguido de pequeños periodos de reposo fundamentalmente ramonea, alimentándose de las hojas y brotes de las especies arbóreas y arbustivas que encuentra en su zona de distribución. Se estima que las necesidades alimenticias por kilo de peso, son superiores en el corzo que en el ciervo. El peso con el que el corzo llega al invierno es básico para su supervivencia, de modo que se considera que tan solo superarán el invierno los corzos que llegan a estación con un peso superior a los 12-14 Kgs.

HábitatsSe le encuentra en bosques de todo tipo e incluso en aquellas etapas de degradación, como son matorrales o zonas adehesadas. En la Península Ibérica no es habitual encontrarle en zonas de cultivo de cereal, hecho común en poblaciones centroeuropeas. A pesar de que el corzo pueda habitar la casi totalidad de las formaciones boscosas ibéricas, las ofertas de cada uno de ellos en relación a variables como refugio, comida o competencia, pueden modificar aspectos en su ecología. En efecto, parece evidente que la densidad poblacional, por ejemplo, se vea afectada por estas variables, pero aspectos como la sex-ratio en el nacimiento, la dispersión de los jóvenes o la territorialidad, se encuentran relacionados por el lugar en donde los individuos desarrollan sus ciclos. 

Huellas:  De aspecto estrecho y con marcado paralelismo entre los bordes internos de cada pezuña. Su tamaño es de unos 5 cm. de largo por 3 de ancho. Carecen del perfil arqueado que caracteriza a la huella del ciervo, lo que permite su diferenciación entre una y otra especies. El corzo también puede marcar las pezuñas posteriores en terrenos blandos y nieve, particularmente cuando salta. Las pezuñas de las extremidades anteriores son mayores  que en las posteriores, lo que permite su diferenciación visual.

Excrementos: Parecido a los del ciervo, pero de menor tamaño: 7-14 mm. de largo por 7-10 mm. de ancho, de color pardo oscuro o negro, su aspecto normalmente es cilíndrico con un extremo redondeado y el otro apuntado, aunque las formas semiesféricas no son excepcionales.

Otros rastros: Muy variados tales como:

Camas: lugares donde los corzos se refugian. Suelen tener aproximadamente un metro y medio de largo por un metro de ancho, apareciendo la tierra ligeramente removida.

Círculos de brujas: producidos en la época de celo de la especie al perseguir los machos a las hembras.

Marcas en los árboles: suelen ser de dos tipos, escodaduras (presentan terciopelo dejado por el macho al limpiarse la cornamenta) y territorialistas, además de carecer de terciopelo o borra son marcas mas profundas y aparecen impregnadas de las glándulas olorosas.

Desmogues: cuernos de corzo que deja abandonados el animal en el desmogue.

Excavaduras en la nieve: las efectúa el corzo con las patas delanteras para acceder a la hierba del suelo en los casos de copiosas nevadas.

Dimorfismo sexual: El macho es mayor que la hembra.

Enemigos naturales: El lobo es su principal enemigo natural, siendo la especie más consumida por este cánido. También es víctima de otros carnívoros como el zorro y el lince, y en menor medida por el oso. También el águila real tiene entre sus víctimas al corzo.


Principales problemáticas: En los últimos años estamos asistiendo a un claro avance demográfico de especies cinegéticas mayores que, como el corzo (Capreolus capreolus) y eljabalí (Sus scrofa), han sabido adaptarse a los nuevos usos de nuestros campos y sierras y han desarrollado estrategias de desarrollo adecuadas a las nuevas condiciones. Sin embargo, esta prosperidad poblacional ha provocado el resurgimiento de problemas asociados a otros recursos humanos (daños agrícolas, siniestralidad en carreteras...). Además, y provocado por el declive de las especies cinegéticas menores, el mundo de la caza ha trasladado sus objetivos, en gran medida, hacia los ungulados, con lo que se está produciendo una excesiva presión cinegética sobre especies como el corzo, en perjuicio de su sostenibilidad en el equilibrio con el resto de los aprovechamientos humanos del medio natural.

HUELLAS

Huella posterior.



Rastro de un corzo en la nieve.



OTROS RASTROS:
   

Excrementos de corzo en la nieve.

Escodadura producida por un corzo.

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